El ayer no
es una alternativa,
pues al
cielo que se nubló
no se le podrán
contar más estrellas,
a la planta
que se secó
nadie la hará
volver a crecer
y ese fuego
que se apagó
ya no se
puede volver a encender.
De hecho,
lo pasado pasado está
y solo para
aprender nos servirá.
Si pensamos
en el hoy,
ese
presente efímero
que se va
haciendo pasado y ya es el ayer,
ese momento
en que las hojas ves caer,
ese momento
en que sus lágrimas adornan su piel,
ese momento
en que te miran sus ojos de miel,
ese momento
en que tu corazón se llena de hiel,
ese momento
en que te regala un rojo clavel,
o ese
momento en que le gana tu hermoso corcel.
Quizá la única
alternativa sea el futuro,
ese futuro
tan esperado que quizás nunca llegue
y cuando
llegue tan solo será presente,
ese presente que se convertirá en ayer,
en el que
encenderemos un fuego
que quizá nunca
se volverá encender,
en el
contaremos las estrellas
en un cielo
en el que va a amanecer.
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